Durante buena parte de la existencia de Internet, los conceptos de estética y funcionalidad han sido órbitas difíciles de congeniar. Así encontrábamos en ocasiones páginas webs con plantillas muy originales y llamativas, pero que por la misma razón resultaban demasiado rígidas, y cada vez que necesitábamos modificarla, se convertía en un dolor de cabeza.
La contrapartida solían ser esas páginas que tal vez difundían contenidos técnicos de gran utilidad, pero cuya presentación era prácticamente un llamado a abandonarlas.
No obstante, desde la aparición de las Hojas de Estilo en Cascada, que es el código conocido como CSS (iniciales de Cascade Style Sheets), esto comenzó a solucionarse. Y esta solución pasa por el hecho de que sólo basta con armar una página o un blog que respete en todo momento la definición de estilos para cada una de sus partes, y luego combinar todo lo armado con una buena página de estilos en cascada. En la actualidad casi la totalidad de los contenidos en la web se manejan con estos criterios. Desde las páginas de los grandes diarios, las corporativas de las empresas, pero también las páginas de juegos como www.pokergratis.es, y hasta los blogs personales.
Flexibilidad
¿Qué ventaja trae? Que al armar todo en función de esos estilos definidos de antemano, también será posible modificar el todo con sólo tocar los códigos CSS. Esto vuelve sumamente sencillo cambiar todo el aspecto de una web, sólo en cuestión de segundos. Sería casi como realizar una modificación sobre el código genético de la página, para que esos cambios repercutan en el todo.
En todos lados las CSS son parte clave de la funcionalidad y la estética del sitio web.
De hecho, la tecnología CSS se ha convertido en un estándar, al punto que se comenta que el algoritmo del principal buscador Google “penaliza” a las webs que no la tienen incorporada, relegando hacia las ubicaciones inferiores en sus páginas de resultados de búsqueda a aquellos resultados que se encuentran en páginas diseñadas sin este elemento.
Manejarlo con precaución
Si bien editar las CSS de una página web no es una tarea muy complicada, sin dudas se requieren de ciertos conocimientos de programación para comprender el código en el que éstas se expresan.
Plataformas de gestión de contenidos como WordPress, por ejemplo, nos dejan editar la CSS, pero la recomendación primaria es que sin no te sientes cómodo con el código, mejor convendrá no tocar nada. No te olvides que cualquier cambio allí repercutirá en toda la página o todo el blog.
Por esa misma razón, si es que te animas a “meter mano”, la segunda recomendación será que hagas un backup del archivo de tu CSS vigente, de modo tal que puedas recurrir a él si es que no estás conforme con el resultado y no sabes cómo volver atrás. Siempre puedes usar herramientas para manejarlo más cómodamente.
Recuerda, si te metes con la CSS estarás tocando el código de tu página, con lo cual asegúrate que cualquier cambio podrá ser perfectamente revertido.